El caserío de  Landetxo Goikoa puede considerarse el arquetipo fundacional del caserío vizcaíno, con su fachada tripartita de gran soportal y dos cuerpos laterales de piedra. Sin embargo no es probable que el caserío de Landetxo fuese el modelo habitual de caserío de la época, pues el edificio tiene un nivel de calidad constructiva impensable para la generalidad de las viviendas campesinas del siglo XVI.

Sin embargo es una auténtica casa de labranza y que contiene todos los elementos identificativos de la arquitectura popular de Bizkaia, aunque llevados a una expresión refinada y sumamente precoz.


Construido hacia 1510, fue residencia de una familia de campesinos acomodados. Posiblemente con buenos recursos, pero sin suficiente desahogo económico como para prescindir de la dedicación cotidiana a la labranza y la cría de ganado.


Landetxo Goikoa es un edificio de planta muy alargada y frontis simétrico, conformando por tres módulos diferenciados: los dos laterales aparejados en sillería de buen corte, contrastando con el pobre mampuesto del resto de las fachadas, aparecen adelantados, abriéndose en ellos sendas ventanas ojivales geminadas. El cuerpo central acoge al soportal adintelado  y un magnífico granero en el piso superior que se cierra con una ingeniosa galería formada por un sistema de paneles, arquillos, pilares tallados y tablas machambradas. Es un admirable trabajo de carpintería, al igual que el esqueleto portante del edificio, formado por postes completamente exentos que definen  una estructura de correas dotadas de numerosos tirantes encepados entre la correa y la contracorrea.

El caserío consta de dos plantas, una baja en la que se alojaba la vivienda, y  la planta primera en la que se encuentran el pajar, el almacén y distintos espacios de granero más o menos estancos, que con posterioridad se usaron como secaderos. Tenía cocina central con campana a doble altura.

 

El caserío está dividido transversalmente por un medianil cortafuegos, que segregaba los establos de la zona de vivienda, y que, puesto a prueba por un incendio en los primeros años noventa de este siglo, ha permitido sobrevivir a las dos crujías delanteras, salvándolas de las llamadas que destruyeron por completo la cuadra.

 

Los últimos Landechos abandonaron la casa en manos de sus colonos en el siglo XVIII. A fines de los años ochenta Landetxo Goikoa quedó definitivamente deshabitado y entró en un acelerado proceso de ruina que culminó con dos incendios sucesivos. Estando en trance de desaparecer se ha realizado una gran obra de restauración que ha tratado de devolver a la zona noble a su época, volviendo a los orígenes del caserío del siglo XVI.

 

Hoy en día Landetxo Goikoa alberga la casa de Olentzero y el parque sobre la mitología vasca.